lunes, 30 de diciembre de 2013

EL TIO VALIENTE



Le llamaban también el  sordo por su falta de audición, persona  achaparrada que se ganaba la vida haciendo cisco en el término de Carmona, recogía las varetas que los limpiadores (taladores) desechaban del olivar,  tras una difícil operación de quemado  conseguía  los diez sacos de cisco que era lo máximo que podía transportar en sus tres burros.

 En los dos mayores cargaba cinco sacos en cada uno dejando el pequeño para montarse  siendo su único medio de transporte, los haces de leña los amontonaba en círculo alrededor de uno más pequeño , que contenía ramitas secas y pasto para prenderlo con más facilidad, una vez encendido el fuego,  echaba los haces de leña uno a uno,  dejando un periodo de tiempo entre ellos evitando así la “ plasta,” que era la que dañaba al cisco si se quedaba parte sin arder, pues a la hora de encender  la copa (así se llamaba al bracero para calentarse) humeaba  siendo muy desagradable,  teniendo que apartar esta ramillas humeantes  llamada ” tizos, ”.
Las amas de casa llenaban  las copas de cisco ( en otros lugares se conocía como picón) agregándole un poco de alcohol, que una vez prendida le ponían un trozo de papel de orillo para su total encendido.


Este hombre se llamaba Manuel, lo primero que hacia era proveerse de que  trasvasaba en un latón de hojalata, e introduciendo una escoba de palma en él, barría el montón de brasas hacia arriba una y otra vez para apagar el fuego de la cisquera,  una vez conseguido lo extendía en forma circular para enfriarlo, vigilándolo por si alguna parte prendía otra vez.

Una vez conseguido y el cisco frío,  procedía a su envasado en sacos de yute , que llenaba hasta el borde poniéndole una tapadera de tela o parte de un saco roto, el cual cocía con una tomiza o hilado al borde del mismo. Pedía permiso a los encargados de las haciendas  de olivar para recoger la leña y quemarla , los cuales siempre se lo daban.Era un buen cisquero teniendo en cuenta la velocidad del aire y su dirección evitaba  así chamuscar a los olivos cercanos, algunas veces pedía aceitunas aliñadas, y algún que otro huevo que lo freía con aceite y cebolla, y en agradecimiento cuando terminaba su trabajo regalaba al manijero o encargado un saco de cisco.
Dice el refrán que un hombre necesitado piensa más que un abogado, siempre me extraño que los burros de Manuel no llevasen cencerros ni campanillas por si se alejaban por la noche,  pero como él estaba sordo no necesitaban este instrumento sonoro, una vez atado los animales preparaba el aparejo para dormir, atándose una soguilla a su pie y a las jáquima de sus burros, así le despertarían si surgía  algún contratiempo. En aquellos entonces,  yo me preguntaba cómo esta persona podía cargar  solo los sacos tan pesados en los animales de cargas, un día lo observe y me saco de la duda, arrimando los sacos a un olivo con una gran rama apalancada, ató una cuerda al asno pequeño pasándola por la parte superior de la rama, amarró el primer saco elevándolo hasta colocarlo en el burro de carga y así sucesivamente conseguía completar  su tarea.  Los que le conocían decían que en verano se dedicaba  a la venta de piñas  cogidas de los pinos, en aquellos entonces abundaban en los vallados y a orillas de las  veredas y  caminos. Las piñas las tostaba  para que se abrieran y así sacar el piñón tostado que vendía casi siempre en el Viso del Alcor donde vivía.
Recuerdo para Manuel,  el tío valiente, que con su trabajo calentó a muchos hogares en las frías noches de invierno.


Articulo escrito por : el alcaraván comí
                                                                           

2 comentarios:

  1. El cisco que tú, Alcaraván, has soplado para avivar la memoria de este antecesor de Endesa, goza de una salud nostálgica de hierro. Feliz año.

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    1. Gracias Manolo por tu comentario como bien dices es un recuerdo nostálgico donde mantenían unidos a una mesa una familia entera hablando de sus que haceres y vivencias, buenos tiempos alrededor de esa copa de cisco.

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